Thursday, March 21, 2013

Otro periodismo es posible. Manifiesto ‘XXI’

Otro periodismo es posible. Manifiesto ‘XXI’ | FronteraD


Otro periodismo es posible. Manifiesto ‘XXI’

Laurent Beccaria y Patrick de Saint-Exupéry
El filósofo Jacques Ellul tenía razón: no estamos amenazados por un exceso de información sino por un exceso de insignificancia. Jean-Claude Guillebaud, mientras hacía un viaje a Asia para Le Monde, decidió en un arrebato pasarse un día en “cien metros de acera” en pleno corazón de Calcuta: treinta años más tarde, todos los que leyeron ese artículo todavía se acuerdan. Ya no existe un medio dominante, sino un ruido ensordecedor. Al abandonar esa carrera destructora de sentido para hacer el mayor ruido posible una prensa renovada puede llegar a ser un medio profundo para hablarle en igualdad de condiciones a todos aquellos deseen abrirse al mundo: comprender, emocionarse, aprender, sentir. “Lo que los medios necesitan actualmente, es carne y hueso. Para que los medios resuciten, no tienen más opción que volver a convertirse en seres vivos”, explica el filósofo japonés Uchida Tatsuru. No lo podríamos haber dicho mejor. “Un periodista que pasa su tiempo reescribiendo comunicados de prensa merece ser reemplazado por un ordenador”, estima el fundador deJournatic. La lógica es implacable. Ser útiles, deseables y necesarios, tal es el único modelo económico que cuenta. Los 80.000 lectores de XXI y de 6Mois son desconcertantes en sus diferencias y consoladores en los que les une: el interés por los demás

¿Cómo adaptarse? He aquí los primeros escollos. Las continuas estrategias de supervivencia aplicadas por los directivos de los diarios serían capaces de extenuar al más excitado de los derviches girófagos. En cada temporada surgen soluciones milagrosas que no son nunca las mismas y es entonces cuando las desilusiones suceden a las desilusiones. Ya que, invariablemente, surge otra interrogante: ¿adaptarse a qué?

Internet, además de instrumento técnico y medio de difusión, es también un mundo en expansión y en perpetua mutación. En este universo completamente enfocado hacia mañana se imponen a ritmo sostenido posibilidades técnicas desconocidas y nuevos objetos de uso inédito. “Cinco años en la red son prácticamente un milenio”, resume Bill Nichols[8], una de las figuras más destacadas del periodismo digital en Estados Unidos.

Los editores de prensa, presionados por los agentes de internet que, seguros de sí mismos, han retomado la consigna de mayo del 68 “¡Corre camarada, el viejo mundo está detrás de ti!”, se desplazan sobre este terreno movedizo, donde la verdad de hoy no es nunca la de mañana. Su errática trayectoria resulta en una suerte de desesperación.

—En el momento en que el uso de la red comenzó a generalizarse a mediados de los noventa, las empresas editoras de prensa optaron al principio por las opciones con cargo/gratis. La idea es la siguiente: al ofrecer gratuitamente a los internautas lo que los lectores del periódico de papel pagan, esperan hacer sus periódicos más accesibles, aumentar  su recepción y recuperar la publicidad de internet. Siguiendo este precepto el sitio de New York Times es lanzado en 1996.

—Otra política sucedió a la anterior cuando nos comenzamos a dar cuenta de que el comportamiento de los internautas no es el mismo que el de los lectores. A la redacción tradicional para el papel se añade la redacción para la red. El objetivo es aumentar el impacto digital y adquirir nuevos reflejos periodísticos. Le Monde interactifcreado en 1999, es una filial del diario homónimo con diferentes redacción, accionarios y oficinas.

—La cohabitación de dos redacciones rápidamente acarrea incesantes arbitrajes y guerras de poder. Han llegado los tiempos de la “revolución de la información”: los directivos deLe Monde y Libération crean redacciones únicamente digitales, los pure players, a saber jugadores puros. Rue89Mediapart y Slate hacen su aparición en Francia a partir de 2007[9].

—A la anterior la sucede una nueva temporada caracterizada por el auge de lossmartphones y la tecnología 3G. La información para los móviles se convierte en la prioridad, de tal modo que los títulos de prensa empiezan a beneficiarse de lo que el director de Le Monde, Eric Fottorino, llama “efecto restaurante chino”: frente a un pletórico menú, los clientes solamente se deciden por los platos cuyos nombres conocen.

—Steve Jobs lanza el mercado de las tabletas en enero de 2010. Las empresas editoras, llenas de entusiasmo, multiplican las aplicaciones[10]. En la actualidad existen más de 2.000, y a las editoras les encantan. El nuevo director ejecutivo de National Geographic, una revista que publica 44 millones de ejemplares en 33 editoras internacionales, se trazó como objetivo… la transición de National Geographic a formato tableta. Los directivos de la prensa tienen certezas de hierro.

—La última doctrina hasta la fecha, iniciada por The New York Times y poco a poco asumida por los grandes diarios, es doble: la puesta en funcionamiento de un “muro de pago” (por una parte artículos elaborados y solamente accesibles mediante su pago y por otra material gratuito de todo tipo) limitando el acceso al contenido y provocando la aceleración de la transformación de los periódicos en “marcas mediáticas”.

Los periodistas son invitados a “producir contenidos” (textos, audio y vídeos) que son a continuación distribuidos entre los diferentes canales de difusión (papel, sitio web, versión digital para móvil o tableta). Shivas contemporáneos de mil brazos y con múltiples habilidades, deben “erigir una comunidad”[11] a la vez que ininterrumpidamente publican informaciones, opiniones y alertas en las redes sociales, sin olvidar de mantener sus blogs. Ello se debe al ultimátum que ha surgido desde hace dos años para responder al incremento del impacto de las redes sociales: “Todos a por Facebook, Twitter y Google+”.

Al describir la nueva sala de redacción de Wall Street Journal, uno de los grandes diarios estadounidenses, el periodista Alain Louyot evoca: “un templo consagrado a la devoción hacia las nuevas tecnologías”: “En las redacciones hay innumerables pantallas que difunden permanentemente la señal de Fox News y de las grandes cadenas como ABC,CBS o NBC además de, por supuesto, los comunicados de la agencia Dow Jones. El real time es la regla de oro del momento, es decir, el trabajo en tiempo real[12]”.


Después de quince años de “mutación digital” ¿cuál es el balance?

Constatación primera. La transición del periodismo en papel al periodismo de la red no implica solamente un cambio de soporte, la naturaleza misma de su funcionamiento también cambia. No es una transposición ni una transmutación, es otro medio[13]. Las expectativas de los internautas o movinautas no son las mismas que las de los lectores de los periódicos. El principio de coherencia no existe en la red: puede que un internauta abra un hipervínculo de vídeo de prensa rosa después de haber curioseado en el blog de un economista. Este tipo de lector es infiel e imprevisible –y es precisamente esta libertad, a veces transgresiva, lo que el internauta agradece-.

Constatación segunda. El universo digital revoca las fronteras entre los periodistas y los lectores, entre los expertos y los testigos. Los políticos y las empresas están constreñidos a una verificación permanente de las cifras que citan y de sus afirmaciones. Todos los sitios de la red pretenden destacar las contribuciones anónimas[14]. Esta necesidad de participar solamente concierne a una minoría, que aunque pequeña le consagra a la red una energía formidable –en numerosos casos muchas horas al día-.

Constatación tercera. En este universo ultracompetitivo el tráfico es la palabra clave. La metáfora lo representa todo: un flujo de informaciones y un flujo de lectores se cruzan y se separan, cada uno siendo independiente del otro. El periodismo en línea es un catálogo de hipervínculos de vídeos de todo tipo. La contabilización del clic es inmediata. Ésta se refleja en los titulares más atrayentes y en los temas que “dan de qué hablar”.

Constatación cuarta. Se impone la imagen del periodista sentado detrás de la pantalla del ordenador. El periodista fomenta, organiza, y “nutre el diálogo”. Ocurre un acontecimiento y surgen miles de imágenes en la red, una crisis cristaliza y cien expertos se enfrentan de blog en blog, una elección se perfila y surgen voluntariamente miles de comentadores, verificadores de discursos y registradores. Durante su semana de trabajo, el periodista tras la pantalla no tiene un contacto con el mundo exterior más allá del camino que elige recorrer cada mañana para ir a su despacho open space. Una inevitable des-realización del mundo[15] que se opera a través de infinitos desfases. Durante la preguerra, Walter Benjamin notaba que un camino rural no es nunca el mismo “mientras lo sobrevolamos en aeroplano o lo recorremos a pie. Solamente aquel que recorre el camino es capaz de comprender un poco su poder[16]”. ¿Qué habría dicho del mismo camino percibido desde la pantalla o a través de mensajes de 140 caracteres?

Politico constituye uno de los ejemplos más mencionados en los estudios acerca del futuro de la prensa. Este sitio de información en línea, fundado en 2008, produce contenidos audiovisuales difundidos en la televisión o en la radio y publica un periódico gratuito que es distribuido en los círculos políticos de Washington. Mike Allen, directivo de Politico, ostenta el título extraoficial de ser el periodista más influyente de Estados Unidos. Desde las cinco de la mañana, la flor y nata de Washington abre febrilmente supolitical-playbook, que marca la pauta del día recién comenzado. En la jerga de hoy, de él se dice que “dirige la conversación mediática”. Con el ojo en el ordenador y los dedos en el teclado, recibe más de mil correos electrónicos por día y los clasifica –“Los seguidores de Politico desean leer diez historias interesantes por día. Para encontrarlas, les haría falta leer mil historias. Nosotros lo hacemos por ellos[17]”–, además de constantemente publicar noticias cortas o artículos “con alto potencial de diseminación viral”.

Mike Allen es la parábola de un periodismo vinculado al mundo real a través de sus sensores numéricos. Su combate mediático transcurre en las pantallas en que las “alertas” y los “urgentes” se suceden entre sí o se anulan. No hay nada inteligible que relacione estos elementos dispares y distribuidos a granel que inmediatamente son reemplazados por otros cientos. La invitación a encontrar la coherencia recae sobre cada lector/internauta/movinauta. La mayoría de las informaciones que circulan en este gigantesco acelerador de partículas son los mismos comunicados infinitamente duplicados, amplificando lo que el sociólogo Pierre Bonard ya llama “la circulación circular de la información” que “conduce a una especie de nivelación, de homogenización de las jerarquías de importancia[18]”.

El periodismo digital vive en un presente perpetuo. Luego de dos horas, una información es considerada old, sin valor monetario. Algunos apasionados llegan a consultar sus pantallas una cantidad incalculable de veces. “Qué importa que las alertas de Monde.fr se parezcan a las de Figaro.fr y de Nouvelobs.com y que retomen la terminología de las notificaciones “urgentes” de los comunicados de la AFP [19]”. No perderse nada resulta vital. La sincronización de los estados afectivos funciona como el motor principal de la información digital.

En este sentido, la información digital constituye en efecto la revolución anunciada, pero en una acepción newtoniana, “la rotación completa de un objeto en movimiento alrededor de su eje”, el movimiento permanente centrado en sí mismo.

Uno de los reporteros de Wall Street Journal, Joshua Prager, lo constata: “La necesidad de lo urgente ha asfixiado la fantástica creatividad de la redacción[20]”. Según el filósofo Paul Virilio, al alcanzar “los límites de la instantaneidad, el límite de la reflexión y del tiempo humano”, nos convertimos en “los objetos/sujetos de un masoquismo cotidiano y de una tensión experimentada voluntariamente[21]”.

"Lucien Vogel, editor de revistas de moda –entre ellas Vogue– lanza Vu, un semanario informativo de fotos, tomando la idea de una revista alemana, la Berliner Illustrirte ZeitungVu publica fotografías de Brassaï, Robert Capa o André Kertész, los mejores fotógrafos del momento. La composición de sus páginas es una obra de arte de inteligencia y audacia, siempre diferente en cada edición. Vu no se limita en nada, es capaz de todo con la condición de que el resultado sea bello y sincero. Es la primera revista que publica fotos del campo de concentración de Dachau y que denuncia con imágenes la “nazificación” de Alemania. Cubre la guerra española con pasión. Es el antepasado de los grandes semanarios ilustrados como Paris MatchLife Look."

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