Sunday, June 28, 2015

NO a la “Ley mordaza”. Movimientos sociales y sindicales llaman a manifestarse el día 30

NO a la “Ley mordaza”. Movimientos sociales y sindicales llaman a manifestarse el día 30 | Tam-Tam Press



#SINMORDAZAS

#SINMORDAZAS
Bajo lemas como “No somos delito”, numerosos movimientos sociales y sindicales llaman amanifestarse masivamente amordazados, por toda España, el martes 30 de junio, con el fin de protestar contra la inminente entrada en vigor, el 1 de julio, de nuevas normas jurídicas que vulneran derechos y libertades fundamentales, como los derechos de reunión y manifestación, entre otros. En algunos lugares, como León, algunos colectivos han convocado también eventos de protesta lúdico-festivos.
El miércoles 1 de julio entrarán en vigor en España el nuevo Código Penal y la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como “ley mordaza”. Para muchos colectivos, incluidos el de Jueces para la Democracia y la Unión Progresista de Fiscales, estas nuevas normas supondrán una pérdida de garantías para los ciudadanos y un terremoto judicial por las dificultades para aplicarlas.
Ante la inminente entrada en vigor de estas leyes, el próximo 1 de julio, numerosos colectivos sociales y sindicales han hecho llegar cartas al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, exigiendo su retirada. Como último cartucho, para el próximo martes 30 de junio están convocadas manifestaciones de protesta en más de 50 capitales y localidades españolas.
En León la manifestación saldrá a las 20 horas de Botines y finalizará en la plaza de la Inmaculada, después de pasar por Guzmán. Además, a partir de las 21.30, el colectivo Nadie no tiene Wasap ha convocado a través de FB el evento “No podemos decir nada” por el que se llama a un encuentro de protesta lúdico festivo, en la terraza del Bar Belmondo. Así dice la convocatoria: “Ven a partir de las 21.30h (tras la manifestación convocada) con tu mejor mordaza, una pancarta con lo que quieras y tu buena disposición para protestar de modo pacífico. Tendremos mensajes cifrados y silencio de los corderos. Entre otras historias. Si aún no sabes lo que te viene encima, agárrate:”


En Valladolid el punto de partida de la manifestación será la Plaza de Fuente Dorada, también a las 20 horas. “Última manifestación antes de la entrada en vigor de las leyes mordaza. ¡Después vendrán muchas más!”, se advierte en la convocatoria.

Ley mordaza

Según la Wikipedia, “Ley mordaza” es un término con el que los detractores de una ley la califican para criticar lo que perciben como la vulneración de libertades tales como la de expresión, información o manifestación. Algunas de las leyes conocidas por haber sido calificadas así son:
  • Ley 53, ley aprobada en Puerto Rico en 1948.
  • DDL intercettazioni o ley de escuchas telefónicas, propuesta de ley presentada en el Parlamento de Italia en 2008.
  • Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana, ley española cuyo anteproyecto se presentó el 29 de noviembre de 2013, basándose en la Ley Orgánica sobre Protección de la Seguridad Ciudadana de 1992, también conocida como Ley Corcuera.

Las nuevas normas españolas

El nuevo Código Penal y la Ley de Seguridad Ciudadana salieron de las Cortes con el solo voto de un partido —el PP— y ahora mismo están en manos del Tribunal Constitucional tras los recursos presentados por varios partidos de la oposición (PSOE, IU, Grupo Mixto y UPyD), que consideran que la “ley mordaza” vulnera una docena de artículos de la Constitución.
La nueva Ley de Seguridad Ciudadana, en concreto, regula como sanciones administrativas una serie de conductas que, en su mayoría, antes eran faltas incluidas en el Código Penal, y que afectan a derechos como los de reunión y manifestación, creando nuevas conductas punibles, y sustrayendo de la intervención judicial su penalización.
Así, se dan más instrumentos legales a las Fuerzas de Seguridad, por ejemplo, para cachear, para imponer sanciones a quien les grabe en manifestaciones y para imponer multas sin intervención judicial previa. Además, se castiga con multas administrativas a quien realice protestas junto a las Cortes y los parlamentos regionales. Pero hay más derechos y libertades fundamentales que se verán vulnerados cuando se apliquen las nuevas normas, como el derecho a la dignidad de la persona, el derecho a la integridad física y moral, el derecho la intimidad de las personas, o los derechos a lalibertad de expresión y de información, entre otros.
Otros ejemplos: cuando entre en vigor la nueva Ley de Seguridad Ciudadana los ciudadanos no podrán intentar parar un desahucio, asistir a una persona sin papeles o faltar el respeto a la monarquía. Sin olvidar que, además, se legalizan por primera vez las llamadas “devoluciones en caliente” en la valla de Ceuta y Melilla.






Grecia: El gobierno de los banqueros Manifestación contra la troika y de apoyo a Grecia, el 20 de junio en París. / KENZO TRIBOUILLARD (AFP)

Grecia: El gobierno de los banqueros | Internacional | EL PAÍS





Manifestación contra la troika y de apoyo a Grecia, el 20 de junio en París. / KENZO TRIBOUILLARD (AFP)
La última sentencia del Tribunal de Justicia Europeo [que permite al Banco Central Europeo (BCE) comprar deuda soberana para combatir la crisis del euro] arroja una luz hiriente sobre la fallida construcción de una unión monetaria sin unión política. Todos los ciudadanos tuvieron que agradecer en el verano de 2012 a Mario Draghi, presidente del BCE, que con una sola frase [“haré lo necesario para sostener el euro”] salvara su moneda de las desastrosas consecuencias de un colapso que parecía inminente. Sacó las castañas del fuego al Eurogrupo al anunciar que, de ser necesario, compraría deuda pública en cantidad ilimitada. Draghi tuvo que dar un paso al frente porque los jefes de Gobierno eran incapaces de actuar en el interés común de Europa; todos estaban hipnotizados, presos de sus respectivos intereses nacionales. En aquel momento, los mercados financieros reaccionaron —relajando la tensión— frente a una única frase, a la frase con la que el jefe del BCE simuló una soberanía fiscal que no poseía en absoluto. Porque, ahora como antes, son los bancos centrales de los Estados miembros los que en última instancia avalan los créditos. El Tribunal Europeo no ha podido refrendar esta competencia en contra del texto literal de los tratados europeos; pero las consecuencias de su sentencia llevan implícito que el BCE, con escasas limitaciones, puede cumplir el papel de prestamista de última instancia.


Yanis Varoufakis / MARKO DJURICA (REUTERS)
Lo urgente ahora es no perder los nervios
¿Quién gana y pierde en la negociación sobre Grecia? Dos expertos responden: ¿Se ha equivocado la troika
El tribunal ha bendecido una acción salvadora que no se ajusta del todo a la constitución, y el Tribunal Constitucional alemán secundará esa sentencia añadiendo las sutilezas a las que nos tiene acostumbrados. Uno tendría la tentación de afirmar que los guardianes del derecho de los tratados europeos se ven obligados a forzarlo, aunque sea indirectamente, para mitigar, caso por caso, las consecuencias indeseadas de los fallos de construcción de la unión monetaria. Defectos que solo pueden corregirse mediante una reforma de las instituciones, como juristas, politólogos y economistas llevan años demostrando. La unión monetaria seguirá siendo inestable en tanto que no sea completada por la unión bancaria, fiscal y económica. Pero esto significa —si no queremos declarar con todo descaro que la democracia es un mero decorado— que la unión monetaria debe desarrollarse para convertirse en una unión política. Aquellos acontecimientos dramáticos de 2012 explican por qué Draghi nada contra la corriente de una política miope, cabría decir insensata.

Estamos otra vez en crisis con Atenas porque a la canciller alemana, ya en mayo de 2010, los intereses de los inversores le importaban más que una quita de la deuda para sanear la economía griega. En este momento se ha puesto en evidencia otro déficit institucional. El resultado de las elecciones griegas representa el voto de una nación que se defiende con una mayoría clara contra la tan humillante como deprimente miseria social de la política de austeridad impuesta al país. El propio sentido del voto no se presta a especulaciones: la población rechaza la prosecución de una política cuyo fracaso ha experimentado de forma drástica en sus propias carnes. Investido de esta legitimación democrática, el Gobierno griego ha intentado inducir un cambio de política en la eurozona. Y ha tropezado en Bruselas con los representantes de otros 18 Gobiernos, que justifican su rechazo remitiendo fríamente a su propio mandato democrático. Recordemos los primeros encuentros, cuando los novicios —que se presentaban de forma prepotente llevados por el arrebato de su triunfo— ofrecían un grotesco espectáculo de intercambio de golpes con los residentes, que reaccionaban a medias de forma paternalista, a medias de forma despectiva y rutinaria: ambas partes insistían como papagayos en que habían sido autorizadas cada una por su “pueblo” respectivo. La comicidad involuntaria de su estrecho pensamiento nacional-estatal expuso con la mayor elocuencia ante la opinión pública europea qué es lo que realmente hace falta: formar una voluntad política ciudadana común en relación con las trascendentales debilidades políticas en el núcleo europeo.


Las negociaciones para llegar a un acuerdo en Bruselas se gripan porque ambas partes culpan de la esterilidad de sus negociaciones no a los fallos de construcción de procedimientos e instituciones, sino a la mala conducta de sus socios. El acuerdo no fracasa por unos cuantos miles de millones de más o de menos, ni siquiera por uno u otro impuesto, sino únicamente porque los griegos exigen hacer posible que la economía y la población explotada por élites corruptas tengan la posibilidad de volver a ponerse en marcha con una quita de la deuda o una medida equivalente; por ejemplo, una moratoria de los pagos vinculada al crecimiento. Los acreedores, por el contrario, no cejan en el empeño de que se reconozca una montaña de deudas que la economía griega jamás podrá saldar. Es indiscutible que una quita de la deuda será irremediable, a largo o a corto plazo. No obstante, los acreedores insisten en el reconocimiento formal de una carga que de hecho es imposible pagar. Hasta hace poco mantenían incluso la exigencia, literalmente fantástica, de un superávit primario superior al 4%. Es verdad que esta demanda se ha rebajado al 1%, que tampoco es rea­lista; pero, hasta el momento, el intento de llegar a un acuerdo, del que depende el destino de la Unión Europea, ha fracasado por la exigencia de los acreedores de sostener una ficción.

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Naturalmente, los “países donantes” tienen razones políticas para sostenerla, ya que a corto plazo eso permite demorar una decisión desagradable. Temen, por ejemplo, un efecto dominó en otros países deudores; y Angela Merkel tampoco está segura de su propia mayoría en el Bundestag. Pero está fuera de toda duda la necesidad de revisar una política equivocada a la luz de sus consecuencias contraproducentes. Por otro lado, tampoco se puede culpar del desastre solo a una de las partes. No puedo juzgar si a las maniobras tácticas del Gobierno griego subyace una estrategia meditada, ni qué hay que atribuir a imposiciones políticas, qué a la inexperiencia o a la incompetencia de los negociadores. Estas difíciles circunstancias impiden explicar por qué el Gobierno heleno pone difícil incluso a sus simpatizantes discernir un rumbo en su errático comportamiento. No se observa ningún intento razonable de construir coaliciones; no se sabe si los nacionalistas de izquierda tienen en mente una idea un tanto etnocéntrica de la solidaridad e impulsan la permanencia en la eurozona solo por razones de astucia, o si su perspectiva va más allá del Estado nación. La exigencia de una quita de la deuda, bajo continuo de sus negociaciones, no basta para despertar en la parte contraria la confianza de que el nuevo Gobierno va a ser diferente, de que actuará con mayor energía y responsabilidad que los Ejecutivos clientelistas a los que ha sustituido. Tsipras y Syriza hubieran podido desarrollar el programa reformista de un Gobierno de izquierda y “presentárselo” a sus socios de negociación en Bruselas y Berlín.
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Acropolis / SIMON DAWSON (BLOOMBERG)
La discutible actuación del Gobierno griego no suaviza un ápice el escándalo de que los políticos de Bruselas y Berlín se nieguen a tratar a sus colegas de Atenas como políticos. Aunque tienen la apariencia de políticos, solo se permiten hablar en su condición económica de acreedores. Esa transformación en zombis busca presentar la dilatada situación de insolvencia de un Estado como un suceso apolítico propio del derecho civil, un suceso que podría dar lugar al ejercicio de acciones ante un tribunal. Pues de este modo es tanto más fácil negar una corresponsabilidad política.


Merkel embarcó desde el principio al Fondo Monetario Internacional (FMI) en sus dudosas maniobras de rescate. El FMI tiene competencias sobre las disfunciones del sistema financiero internacional; como terapeuta, vela por su estabilidad y, por tanto, actúa en el interés conjunto de los inversores, en especial de los inversores institucionales. Como miembros de la troika, las instituciones europeas también se funden con este actor, de tal modo que los políticos, en la medida en que actúen en esta función, pueden retirarse al papel de agentes que se rigen estrictamente por normas y a los que no se les pueden exigir responsabilidades. Esa disolución de la política en la conformidad con los mercados puede explicar la desvergüenza con la que los representantes del Gobierno federal alemán, todos ellos personas sin tacha moral, niegan su corresponsabilidad política en las devastadoras consecuencias sociales que han aceptado, en tanto que líderes de opinión en el Consejo Europeo, como consecuencias de la imposición de un programa neoliberal de austeridad. El escándalo dentro del escándalo es la obcecación con la que el Gobierno alemán percibe su papel de liderazgo. Alemania debe el impulso inicial para su despegue económico, del que todavía se alimenta hoy, a la generosidad de las naciones acreedoras que en el Tratado de Londres de 1954 condonaron más o menos la mitad de sus deudas.

Pero no se trata de una puntillosidad moral, sino del núcleo político: las élites políticas de Europa no pueden seguir ocultándose de sus electores, escamoteando incluso las alternativas ante las que nos sitúa una unión monetaria políticamente incompleta. Son los ciudadanos, no los banqueros, quienes tienen que decir la última palabra sobre las cuestiones que afectan al destino europeo.

Jürgen Habermas es filósofo alemán. Acaba de publicar Mundo de la vida, política y religión (editorial Trotta).

Wednesday, June 24, 2015

España tiene el 30% de todas las viviendas vacías ...

el ventano: España tiene el 30% de todas las viviendas vacías ...: “Han incumplido todas las obligaciones internacionales sobre el derecho a la vivienda”. Así se ha expresado Esteban Beltrán, direct...



“Han incumplido todas las obligaciones internacionales sobre el derecho a la vivienda”. Así se ha expresado Esteban Beltrán, director de Aministía Internacional en España, durante la presentación de un nuevo informe que revela que ya se han producido más de 600.000 ejecuciones hipotecarias desde 2008. De ellas, solo entre 2012 y mediados de 2014, casi 100.000 afectaron a viviendas principales.

El estudio revela que España cuenta con un 1,1% de viviendas sociales, lo que la sitúa a la cola de la Unión Europea. Solo Grecia presenta un porcentaje más bajo, mientras que Holanda (32%), Austria (23%), Reino Unido (18%) o Francia (17%) se encuentran muy lejos.

A este contexto se suma, además, que España concentra cerca del 30% de todas las viviendas vacías que hay en Europa. El documento señala además que el gasto en vivienda social se ha reducido en más de un 50% en los Presupuestos Generales del Estado entre 2009 y 2014.

"Muchas autoridades en España no conciben la vivienda como un derecho humano, sino como un bien de consumo. Esa es la raíz fundamental de este problema", ha explicado Beltrán. "Es difícil encontrar en España una violación de derechos humanos tan extendida y tan invisible", ha añadido.

Beltrán ha denunciado cómo las autoridades españolas han obviado todas las recomendaciones internacionales que se le han hecho sobre la materia. En su opinión, "todas las políticas desarrolladas en el país se han centrado en aliviar la deuda, y no en reconocer el derecho a la vivienda como un derecho fundamental".

Saturday, June 20, 2015

RUSIA Y CHINA CREAN ALIANZAS “EN FAVOR DE” Y NO “EN CONTRA DE”

RUSIA Y CHINA CREAN ALIANZAS “EN FAVOR DE” Y NO “EN CONTRA DE” | EL BLOG DE CARLOS

RUSIA Y CHINA CREAN ALIANZAS “EN FAVOR DE” Y NO “EN CONTRA DE

Rusia y China no están construyendo una alianza en contra de nadie. Estos países no están creando ningún bloque militar y Moscú nunca actúa desde la posición de fuerza, ha declarado el presidente ruso Vladímir Putin en su discurso en el Foro Económico Mundial.

EL ECONOMISTA ESTADOUNIDENSE JIM ROGERS IRONIZA SOBRE LAS SANCIONES EUROPEAS CONTRA RUSIA: "EE.UU. Y LA UE SE HAN DISPARADO AL PIE. RUSIA NO LES NECESITA COMO SOCIOS"
EL ECONOMISTA ESTADOUNIDENSE JIM ROGERS IRONIZA SOBRE LAS SANCIONES EUROPEAS CONTRA RUSIA: “EE.UU. Y LA UE SE HAN DISPARADO AL PIE. RUSIA NO LES NECESITA COMO SOCIOS”

“Nunca actuamos desde una posición de fuerza, siempre buscamos soluciones en el marco del proceso de negociación“, señaló.

Putin consideró natural el buen nivel de las relaciones ruso-chinas e hizo hincapié en que ambos países están asociados no solo por los recursos naturales rusos sino también por las oportunidades financieras chinas.

“China es una economía en crecimiento. Si alguien está preocupado por el ritmo de crecimiento, ahora mismo aquí el primer vicepresidente del Consejo de Estado de China ha anunciado que es del 7%. Esta es la tasa de crecimiento más alta del mundo. No solo Rusia, sino el mundo entero está mirando a Asia, y Europa también quiere desarrollar las relaciones”.

Putin recalcó que “hay algunos valores que estamos defendiendo juntos en el escenario internacional, y de manera muy eficaz: el acceso equitativo a la resolución de los problemas internacionales claves”.

Alternativas frente a los retos ecosociales

Alternativas frente a los retos ecosociales | II Encuentros Internacionales “Alternativas frente a los retos ecosociales". Madrid, 26-28 de junio de 2015



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“Alternativas frente a los retos ecosociales”
En Ginebra, en enero de 2014, a iniciativa del Grupo Ecosocialista de Solidarités (Suiza), tuvieron lugar en Ginebra los primeros Encuentros “Alternativas frente a los retos ecológicos (Encuentros ecosocialistas)”. Fuimos más de doscientas personas de múltiples países y de diversos movimientos sociales, sindicales y políticos, que nos encontramos por primera vez. Much@s no nos conocíamos. Esos Encuentros nos permitieron aprender de las luchas de cada un@, utilizar un lenguaje diverso pero común, supimos profundizar temas importantes que sacuden la sociedad actualmente, como el cambio climático, que podíamos aprender del Sur Global, cómo integrar la dimensión ecofeminista en nuestras luchas sectoriales, qué retos se enfrenta un movimiento antisistema tan diverso… y esbozamos algunas pistas de trabajo. Al final de estos primeros Encuentros, l@s activistas del Estado Español presentes en Ginebra decidimos aceptar el reto de organizar los próximos, estos que ahora ponemos en marcha. Y lo vamos a hacer desde el primer momento en estrecha colaboración con nuestros anfitriones suizos.

Por ello nos proponemos realizarlos en Madrid entre el 26 y el 28 de junio de 2015. Esperamos vuestra asistencia, y os proponemos que suscribáis el siguiente llamamiento público en este enlace. Después lo haremos público con todas vuestras adhesiones y empezaremos el proceso organizativo. Para cualquier duda podéis ir consultando la información que se irá publicando en la web http://alterecosoc.org/ o escribir al correo admin@alterecosoc.org
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Llamamiento
II Encuentros Internacionales
“Alternativas frente a los retos ecosociales”
Foro Internacional por la transición social y energética ante el cambio climático
Madrid, del 26 al 28 de junio 2015

Nosotr@s, militantes de diversos movimientos sociales y ecologistas, denunciamos que el uso civil y militar de la energía nuclear, el modelo energético basado en la quema de combustibles fósiles cuyas reservas menguan, la creación del mercado del dióxido de carbono, el acaparamiento de tierras, la introducción de los transgénicos, el extractivismo, la geoingeniería y otras falsas soluciones tecnológicas, así como los acuerdos de libre comercio, las grandes y socialmente inútiles infraestructuras que se imponen a los pueblos y el aumento del poder de las multinacionales han agravado la situación de la humanidad y la biosfera.
Las políticas e imposiciones del capitalismo nos abocan al abismo. Hoy, desgraciadamente, se está haciendo realidad la pesadilla: aceleración del cambio climático, agotamiento de los recursos, pérdida de biodiversidad, ciudades invivibles, contaminación del aire, de los suelos y de los océanos y un largo listado de problemas que anuncian el colapso. Ello ha venido de la mano de la destrucción de las débiles conquistas sociales y la mercantilización de todos los aspectos de la vida social, biológica y humana.
El capitalismo, guiado por la lógica del beneficio y crecimiento a todo precio, en su locura, está arrastrando a la humanidad hacia el ecocidio. Nos están robando el presente e imposibilitando un futuro digno para nosotr@s y las generaciones venideras.
Nosotr@s, divers@s actores/trices de diferentes movimientos sociales del Estado Español y de Suiza os invitamos a nuestros II Encuentros internacionales que tendrán lugar en Madrid del 26 al 28 de junio de 2015, como continuación de los I Encuentros que tuvieron lugar en Ginebra en enero de 2014. Y os invitamos a que suscribáis este llamamiento internacional a título individual o como representantes de vuestras organizaciones. A que lo difundáis y participéis activamente en los debates.
Os proponemos tratar los siguientes temas:
  • Cambio climático y justicia social.
  • Modelo productivo, energético y empleo.
  • El impacto Del TTIP en los pueblos y el medio ambiente.
  • Transiciones energéticas en el marco de una sociedad poscapitalista.
  • El ecofeminismo vector clave de la ecología política.
  • Experiencias de lucha en marcha.
También prepararemos un taller sobre el movimiento 15M y las nuevas alternativas políticas en el Estado español.
Es importante coordinar nuestro trabajo, programar tareas y movilizaciones comunes, lograr que nuestras alternativas sean sostenidas por una gran mayoría de gente que busca una transformación radical de la sociedad. Concretamente queremos también coordinarnos para impulsar la movilización en París durante la próxima cumbre del clima en diciembre de 2015.
En nuestro proyecto ecologista anticapitalista tienen cabida l@s ecofeministas, quienes luchan por una ecología social, libertaria o ecosocialista, sean miembros de organizaciones ecológicas, sindicales, políticas, sociales o activistas sin etiqueta. Estos Encuentros tienen que ser una oportunidad para todo eso y también un momento para conocernos, un momento de intercambio de ideas y de solidaridad, pero también de fiesta porque luchamos por el futuro.
Nos vemos en Madrid.
Primeros firmantes del llamamiento:
Yayo Herrero (Ecologistas en Acción, Estado español)•Manuel Garí (Fundación Viento Sur, Estado español)•José Errejón (Estado español) • Mari Carmen García Bueno (Sindicato Andaluz de Trabajadores, Estado español)•Jorge Riechmann (Podemos, Estado español)•Joaquin Vega Padial (Estado español)•Francisco Martínez Martín (Estado español)•Tom Kurcharz (Ecologistas en Acción, Estado español)•Diana Delgado (solidaritéS, Suiza)•Olivier Demarcellus (Suiza)•Javier Aguayo (solidaritéS, Suiza)•Jan Tortosa (solidarités, Suiza)•Toni García (Podemos, Estado español)•Christine Poupin (NPA, Francia)•Anna Spillmann (MMF, Suiza)•Pierre Dekkers (Semage et )r)éveil à l’Amour)•Christian Sunt (Mouvement des Objecteurs de Croissance, Francia)•Matthieu Le Quang (Foro de los Comunes, Ecuador)•Claude Desimoni (CSSR, Suiza)•David Fernández Sánchez (Izquierda Unida, Estado español)•Sébastien Bertrand (Groupe écosocialiste de solidaritéS, Suiza)•Pablo Bergel (Diputado Ciudad Autónoma de Buenos Aires Bloque VerdeAlSur, Argentina)•Luis Álvarez-Ude Cotera (España)•Daniel Fernández Galván (Rincones del Atlántico, Estado español)•Michel Lepesant (MOC, Francia)•Manuel Ludueña (Buenos Aires Sostenible, Argentina)•Daniel Mathews Carmelino (Las Zonas, Perú)•Iñigo Antepara (ESK Sindikatua, Euskal Herria)•Totsikas Panos (Comite de lutte-Parc Metropolitain a Elliniko, Grecia)•Mikel Casado (Hitz & Hitz y Comision ecosocialista Bilbao, Estaod español)•Fernando Prats (España)•Jaime Pastor (Anticapitalistas, España)•Gay Vincent (Ensemble, Francia)•Carenzo Philippe (Ensemble, Francia)•Pilar Vega Pindado (España)•Florent Marcellesi (Equo, Estado español)•Xabier Barber del Río (ESK, Euskal Herria)•Süri Daniel (solidaritéS, Suiza)•Sébastien Guex (solidaritéS, Suiza)•Pascoe Sabido (Bélgica)•José Bellver Soroa (Fuhem, Estado español)•Nicolas Sersiron (CATDM, Francia)•Mirjam Brunner (solidaritéS, Suiza)•Daniel Kunzi (solidaritéS, Suiza)•María Elena Saludas (ATTAC y CATDN-AYNA, Argentina)•Isabel Castro (ESK, Euskal Herria)•Igor Mera (ESK, Euskal Herria )•Marcel Giraldo (Estado español)•Miguel Urbán (Eurodiputado Podemos, Estado español)•Jérémie Cravatte (CADTM, Bélgica)•Enrique Viale (Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas, Argentina)•Arlindo M. Esteves Rodrigures (PSOL, Brasil)•Michael Lowy (Reseau Ecosocialiste international, Francia)•Leo Tubbax (Nucléaire Stop Kernenergie, Bélgica)•Daniel Tanuro (LCR-SAP, Bélgica)•Jette Kromann Lisager (SAP, Dinamarca)•Giovanni Peta (Communia, Italia)•Corinne Morel Darleux (Parti de Gauche, Francia)•Mathieu Agostini (Parti de Gauche, Francia)•Christophe Aguiton (Francia)• Michel Husson (Francia)•Nicolas Haeringer (Francia) •Joseba Permach (EH Bildu, Euskal Herria) •Jone Etxebarria (EH Bildu, Euskal Herria)•Andoni Rojo (EH Bildu, Euskal Herria)

Wednesday, June 17, 2015

Yolanda Díaz“El TTIP sanciona la muerte de los derechos del pueblo para proclamar una larga vida a los beneficios empresariales”

Yolanda Díaz“El TTIP sanciona la muerte de los derechos del pueblo para proclamar una larga vida a los beneficios empresariales”


Si un tratado internacional ha generado controversia en los últimos años ese ha sido el Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión, más conocido por sus siglas en inglés como TTIP. Aún pendiente de un posicionamiento definitivo por parte del Europarlamento, este contrato comercial entre Europa y Estados Unidos podría afectar de manera sustancial a los derechos laborales, los servicios públicos, los controles sobre muchos productos que a diario utilizamos y las políticas de gestión ambiental tal como las hemos conocido hasta ahora en territorio de la UE.

Entrevistas | Por Ramón Varela





La Coordinadora General de IU-EU en Galicia, Yolanda Díaz, es abogada y diputada autonómica del grupo de Alternativa Galega de Esquerda (AGE). Desde su perspectiva, el TTIP beneficia a pocos y perjudica a la gran mayoría, pero frente a la presión de los grupos de poder para imponerlo aún hay esperanza y dos claves a nivel social: información y movilización.
-¿Son el TTIP y otros tratados similares la última frontera de la globalización del capitalismo?
Son la nueva tentativa de un proyecto viejo, que ya intentaron imponer en los años noventa, el conocido entonces como AMI (Acuerdo Multilateral de Inversiones), una suerte de dictadura perpetua del capital sobre las personas, los recursos y la democracia. Esa última frontera de la globalización capitalista resulta incompatible con la vida humana vivida en condiciones de dignidad.
-¿Liberalización total a nivel económico y comercial es igual a mejora en la calidad de vida como afirman los defensores del tratado?
Esa liberalización, que no es otra cosa que una reglamentación a favor del capital, constituye la vía directa y rápida al empobrecimiento de la ciudadanía trabajadora en los Estados europeos, en particular los del Sur; vía directa y rápida para afianzar el secuestro de la democracia, entendida como régimen social donde las personas decidimos sobre el conjunto de aspectos fundamentales para nosotros, de la economía a la cultura. Sin capacidad para decidir sobre las condiciones de trabajo, los derechos sociales, el modo de producir y de consumo, sin la posibilidad de desmercantilizar los aspectos clave de la vida social, lo que queda es el hipódromo en la Bizancio de la tardoantigüedad, la apuesta desarticulada por los azules o por los verdes, pero la impotencia con respecto a las decisiones del emperador.
-¿Qué está en juego para la ciudadanía europea con la aprobación de tratados de libre comercio como el TTIP?
Nuestra vida y la democracia, que es el régimen social que permite vivir una existencia autónoma, propia. Razonar la negativa a ese complejo de tratados y sostener nuestra dignidad como personas que se niegan a reducirse a mercancías que se intercambian sin piedad en un mercado oligopólico.
-¿Qué razones concretas hay para oponerse al TTIP?
Te lo resumo en un decálogo de agresiones que provoca el TTIP: destruye la democracia y la soberanía estatal, entendidas como elementos de defensa de la ciudadanía respecto de los poderes antidemocráticos de la internacional del capitalismo y su profeta, la troika; aboga por la privatización y erosión de los servicios públicos reducidos a meros negocios para las grandes empresas; causa inseguridad alimentaria al eliminar el principio de precaución (caso de los transgénicos) para que las multinacionales hagan dinero usándonos de cobayas; socava los ya débiles derechos laborales y sociales al limitar los derechos de huelga, sindicación y negociación colectiva, ¡nos quieren esclavos!; apoya la mercantilización de la salud, poniendo trabas a los genéricos y facilitando los beneficios de las multinacionales farmacéuticas; garantiza nuevas depredaciones sobre nuestro medio físico y sobre la agricultura tradicional y ecológica al primar los beneficios de las grandes corporaciones agroindustriales; se rinde a las grandes petroleras al apostar por el consumo de energías contaminantes, autorizando tecnologías tan agresivas como el fracking; instaura un régimen financiero opaco y propio de los paraísos fiscales para los grandes capitales; desnuda nuestros datos personales para que las corporaciones empresariales los conozcan y puedan hacer negocios sobre nuestra vida mientras que se acuerda este marco legal de la tiranía del mercado sin transparencia y participación del soberano, del pueblo.
-En definitiva, ¿a quién beneficia el TTIP?
A los amos del mundo, a los que todos los años se reúnen, blindados y colmados de riquezas, para decretar austeridades y recortes para la mayoría social: los de Mont Pelerin, Davos, Bildelberg, la Trilateral,...los jinetes del apocalipsis capitalista. Beneficia a tan pocos pero agrede a tantísimos...
-¿Desde qué punto de vista puede entenderse el secretismo, la opacidad y la ocultación informativa con la que se han llevado las negociaciones del TTIP desde sus inicios? ¿cuál es la razón de semejante falta de transparencia en la esfera pública?
La violencia material del tratado es de tal magnitud que precisa de la ocultación para evitar una respuesta de la gente de a pie como la que tumbó en los años noventa el AMI. El escándalo es la consecuencia con la que las élites políticas del bipartidismo (incluídas las expresiones políticas de las burguesías vasca y catalana) aceptan un tratado que clausura la vida democrática y los derechos económicos, sociales y culturales de nuestra ciudadanía.
-¿Puede considerarse legítimo un acuerdo internacional fraguado al margen de la ciudadanía y que defiende la creación de estructuras antidemocráticas como el mecanismo de arbitraje de diferencias inversor-estado (ISDS) o el procedimiento de convergencia reglamentaria?
Claro que no, no es legítimo ese despotismo del capital que imponen las cláusulas del tratado, pero es el corolario de una UE y de unos estados europeos que han abdicado de la defensa de su gente para contentar a una banda de codiciosos. Todo el proceso adolece de legitimidad y apenas sostiene un cascarón legal antagónico a las necesidades reales de la gente trabajadora.
-El TTIP ha sido definido reiteradamente como “un peligro democrático, social y ecológico” y más de dos millones de europeos y europeas han firmado contra su aprobación. ¿Por qué el apoyo obcecado de formaciones políticas como PP, CIU, UPyD, Ciudadanos, o la postura ambivalente del PSOE en este sentido?
Lo tendrían que explicar pero la degradación de este régimen da cuenta del alejamiento de esas élites políticas respecto de la ciudadanía. El grito del 15M: “no nos representan” alude precisamente a unos sedicentes representantes del pueblo que sirven a las grandes corporaciones económicas capitalistas, que a su vez los retribuyen con espléndidos e inanes empleos en los consejos de administración o directamente con contribuciones en B. Yo entiendo que sólo la existencia de un circuito espúrio entre las grandes empresas y las direcciones de los partidos del régimen explican esa traición a los derechos del pueblo.
-En un acuerdo de libre comercio como el TTIP, que permite la toma de decisiones al margen de los parlamentos estatales, ¿dónde quedan los derechos de la ciudadanía?
El tratado sanciona la muerte de los derechos del pueblo para proclamar una larga vida a los beneficios empresariales. Es necesario ser consciente de lo que está en juego para dar una respuesta social, sindical y política a la altura del envite. Razona Boaventura de Sousa, en su “Décima carta a las izquierdas”, sobre el antagonismo centrar de nuestro tiempo, la lucha entre el capitalismo y la democracia, para señalar que la profundización democrática pasa por la derrota de las fuerzas partidarias del capitalismo y cómo debe prevalecer en ese conflicto la democracia real sobre los beneficios de las grandes corporaciones capitalistas.
-¿Cuáles son las claves para parar el TTIP?
Información y movilización. Las redes sociales son decisivas para bloquear una regresión de carácter civilizatorio. El Partido de la Izquierda Europea trabaja en esa tarea. El capital acoge cualquier euro, sea del narcotráfico o de la trata y esclavitud sexual de mujeres y menores, pero no deja pasar, ahora en los diversos Mediterráneos del mundo a millones de seres humanos.. No hay dinero ilegal, pero sí lo convierten en tal las personas. Semejante iniquidad demanda de todas y de todos nosotros un pequeño esfuerzo compartido para preservar la posibilidad de un mundo con justicia social e igualdad real.
Fotos: AGE

Monday, June 15, 2015

Tiqqunim: Today Lybia, tomorrow Wall Street

Tiqqunim: Today Lybia, tomorrow Wall Street: Sirte, octubre de 2011 1. El 3 de julio de 2011, en respuesta a la expulsión de la Maddalena, decenas de miles de personas convergen...

Sirte, octubre de 2011


1. El 3 de julio de 2011, en respuesta a la expulsión de la Maddalena, decenas de miles de personas convergen en diferentes columnas hacia la zona de las obras, ocupada por la policía y el ejército. Ese día en el Valle de Susa tuvo lugar una auténtica batalla. Un carabinero un poco intrépido fue incluso atrapado y desarmado por los manifestantes en los boschi. Desde el peluquero hasta la abuela, casi todo el mundo se había provisto de una máscara de gas. Los que eran demasiado viejos para salir de casa nos animaban desde el umbral con un “Ammazzateli!” [“¡Mátenlos!”]. Las fuerzas de ocupación no fueron finalmente desalojadas de su reducto. Y a la mañana siguiente, los periódicos de toda Italia repetían al unísono las mentiras de la policía: “Maalox y amoniaco: la guerrilla de los Black Bloc”, etc. En respuesta a esta operación de propaganda, se convocó una rueda de prensa. La respuesta del movimiento se enunció en estos términos: “¡Pues bien, si atacar las obras es ser un Black Bloc, todos somos Black Bloc!” Diez años antes, casi el mismo día, la prensa a sueldo había servido la misma explicación de la batalla de Génova: el Black Bloc, entidad de procedencia indeterminada, habría conseguido infiltrarse en la manifestación y asolar la ciudad a sangre y fuego, él solito. El debate público enfrentó entonces a los organizadores de la manifestación, que defendían la tesis de que el denominado Black Bloc estaba de hecho compuesto por policía secreta, con aquellos que veían en él a una organización terrorista cuya sede se encontraría en el extranjero. Lo menos que puede decirse es que si la retórica policial ha permanecido idéntica a sí misma, el movimiento real ha recorrido su propio camino.
Desde el punto de vista de nuestro partido, una lectura estratégica de los quince últimos años empieza fatalmente con el movimiento antiglobalización, última ofensiva mundial organizada contra el capital. Importa poco que datemos su nacimiento en la manifestación de Ámsterdam contra el tratado de Maastricht en 1997, en los disturbios de Ginebra en mayo de 1998 contra la OMC, en el Carnival Against Capital de Londres en junio de 1999 o en Seattle en noviembre del mismo año. Importa igualmente poco que pensemos que ha sobrevivido al apogeo de Génova, que estaba vivo todavía en 2007 en Heiligendamm, o en Toronto en junio de 2010. Lo que es seguro es que a finales de los años 1990 surgió un movimiento planetario que tomó como blanco multinacionales y órganos mundiales de gobierno (FMI, Banco Mundial, Unión Europea, G8, OTAN, etc.). La contrarrevolución global que tomó como pretexto el 11 de septiembre se entiende de este modo como respuesta política al movimiento antiglobalización. Después de Génova, la escisión que aparecía en el interior mismo de las “sociedades occidentales” tenía que ser tapada por todos los medios. Lógicamente, en el otoño del 2008, es desde el corazón mismo del sistema capitalista, desde el lugar que había sido el blanco privilegiado de la crítica del “movimiento antiglobalización”, es decir, el sistema financiero, desde donde partió la “crisis”. En realidad la contrarrevolución, por muy masiva que fuera, tuvo solamente el poder de congelar las contradicciones, no el de abolirlas. Lógicamente también, lo que aparece después es eso que, durante siete años, había sido brutalmente reprimido: “Diciembre de 2008 —resumía un camarada griego— fue Génova, a escala de un país entero y durante un mes.” Las contradicciones habían madurado mientras tanto bajo el hielo.
Históricamente, el movimiento antiglobalización quedará como el primer asalto conmovedor e irrisorio de la pequeña burguesía planetaria contra el capital. Como una intuición de su próxima proletarización. No hay una sola de las funciones históricas de la pequeña burguesía —médico, periodista, abogado, artista o profesor— que no se haya reconvertido en su versión activista: street medics, reportero alternativo de indymedialegal team o especialista en economía solidaria. La naturaleza evanescente del movimiento antiglobalización, inconsistente hasta en sus motines de contracumbre, donde una porra que se eleva basta para dispersar una muchedumbre como una bandada de gorriones volando, se liga al carácter flotante de la pequeña burguesía misma en cuanto no-clase intermedia, a su indecisión histórica, a su nulidad política. La poca realidad de una explica la poca resistencia de la otra. Ha sido suficiente con que se levantara el viento de invierno de la contrarrevolución para pulverizar el movimiento en pocos años.
Si el alma del movimiento antiglobalización ha sido la crítica del aparato mundial de gobierno, se puede decir que la “crisis” ha expropiado a los depositarios de esta crítica: los militantes y los activistas. Lo que caía por su propio peso para círculos reducidos de criaturas politizadas es ahora una flagrante evidencia para todos. Nunca, como desde el otoño del 2008, tuvo tanto sentido, y un sentido tan compartido, el destrozar bancos, pero precisamente por eso, nunca tuvo tan poco sentido el hacerlo como pequeño grupo de profesionales de los disturbios. Desde 2008, todo ocurre como si el movimiento antiglobalización se hubiera disuelto en la realidad. Ha desaparecido, precisamente porque se ha realizado. Todo lo que constituía su léxico elemental ha pasado de alguna manera a dominio público: ¿quién duda todavía de la impúdica “dictadura financiera”, de la función política de las reestructuraciones ordenadas por el FMI, del “saqueo del medio ambiente” por parte de la rapacidad capitalista, de la loca arrogancia del lobby nuclear, del reino de la mentira más descarada, de la corrupción sin rubor de los dirigentes? ¿Quién no se queda atónito ante la maldita unilateralidad del neoliberalismo como remedio a su propia quiebra? Hay que acordarse de cómo, hace diez años, las convicciones que tejen hoy el sentido común se reducían a los círculos militantes.
No es solo su propio arsenal de prácticas lo que el movimiento antiglobalización se ha hecho arrebatar por “la gente”. La Puerta del Sol tenía su equipo legal, su equipo médico, su punto de información, sus “hacktivistas” y sus tiendas de campaña, como ayer cualquier contra-cumbre, cualquier campo “No Border”. Lo que ha sido llevado al corazón de la capital española son las formas de la asamblea, la organización en barriosy en comisiones, y hasta los ridículos códigos gestuales, que provienen todos del movimiento antiglobalización. El 15 de junio del 2011, en Barcelona, las acampadas intentaron bloquear a primera hora de la mañana, con miles de personas, el Parlamento de Cataluña para impedir la votación del “plan de austeridad”; exactamente igual que se impedía a los representantes de los diferentes países del FMI llegar al centro de conferencias algunos años antes. Los Book Bloc del movimiento estudiantil inglés del 2011 son la reanudación en el marco de un “movimiento social” de una práctica de los Tute Bianche en las contracumbres. El 22 de febrero de 2014, en Nantes, durante la manifestación contra el proyecto de aeropuerto, la práctica de los disturbios que consiste en actuar encapuchado en pequeños grupos móviles estaba tan difundida, que hablar de Black Bloc era una manera de reducir lo inédito a lo ya-conocido, cuando no simplemente la repetición del discurso del ministro del Interior. Donde la policía no discierne otra cosa que la acción de “grupos radicales”, no es difícil ver que lo que trata de ocultar es una radicalización general.

2. Nuestro partido está por todas partes, pero está estancado. Con la desaparición del movimiento antiglobalización, la perspectiva de un movimiento tan planetario como el mismo capital, y por ello capaz de hacerle frente, también se ha perdido. La primera cuestión que se nos plantea es entonces la siguiente: ¿cómo un conjunto de potencias situadas componen una fuerza mundial? ¿Cómo un conjunto de comunas componen un partido histórico? O por decirlo de otro modo: ha hecho falta, en un determinado momento, desertar del ritual de las contracumbres con sus activistas profesionales, sus puppetmasters depresivos, sus motines previsibles, su plenitud de eslóganes y su vacío de sentido, para ligarse a los territorios vividos; ha hecho falta arrancarse de la abstracción de lo global; ¿cómo arrancarse ahora de la atracción por lo local?
Tradicionalmente, los revolucionarios esperan la unificación de su partido a partir de la designación del enemigo común. Es su incurable vicio dialéctico. “La lógica dialéctica —decía Foucault— es una lógica que hace jugar términos contradictorios en el elemento de lo homogéneo. Y esta lógica de la dialéctica yo les propongo sustituirla, en cambio, por una lógica de la estrategia. Una lógica de la estrategia no hace jugar términos contradictorios en un elemento homogéneo que promete su resolución en una unidad. La lógica de la estrategia tiene como función establecer cuáles son las conexiones posibles entre términos disonantes y que permanecen disonantes. La lógica de la estrategia es la lógica de la conexión de lo heterogéneo y no la lógica de la homogeneización de lo contradictorio.”
Ningún vínculo efectivo entre las comunas, entre las potencias heterogéneas, situadas, vendrá de la designación de un enemigo común. Si los militantes no han conseguido, después de cuarenta años de debatir sobre ello, responder a la pregunta de si el enemigo es la alienación, la explotación, el capitalismo, el sexismo, el racismo, la civilización o directamente lo existente en su totalidad, es porque la cuestión está mal planteada, porque es fundamentalmente ociosa. El enemigo no es simplemente algo que aparece una vez que uno se ha deshecho del conjunto de sus determinaciones, una vez que uno se ha transportado sobre no se sabe qué plano político o filosófico. Desde este desarraigo, todos los gatos son pardos, lo real está aureolado con la misma extrañeza que uno se ha infligido: todo es hostil, frío, indiferente. El militante podrá entonces salir en campaña contra esto o aquello, pero será siempre contra una forma del vacío, una forma de su propio vacío. Impotencia y molinos de viento. Para cualquiera que parte desde ahí donde está, desde el medio que frecuenta, desde el territorio que habita, desde la empresa en la que trabaja, la línea del frente se dibuja por sí misma, se evidencia a partir del contacto. ¿Quién trabaja para los cabrones? ¿Quién no se atreve a mojarse? ¿Quién toma riesgos por aquello en lo que cree? ¿Hasta dónde se permite llegar al partido adverso? ¿Ante qué retrocede? ¿Sobre qué se apoya? No es una decisión unilateral, sino la experiencia misma la que traza la respuesta a estas cuestiones, de situación en situación, de encuentro en encuentro. Aquí, el enemigo ya no es ese ectoplasma que se crea al señalarlo, sino que es lo que se da, lo que se impone a todos aquellos que no han hecho el gesto de abstraerse de lo que son ni del lugar en el que están para proyectarse, desde esa desnudez, sobre el terreno abstracto de la política, ese desierto. Aunque no se dé más que a aquellos que tienen bastante vida en sí mismos como para no huir instintivamente ante el conflicto.
Toda comuna declarada suscita a su alrededor, y a veces también a lo lejos, una nueva geografía. Donde no había sino un territorio uniforme, una planicie donde todo se intercambiaba indistintamente en el tedio de la equivalencia generalizada, esta hace surgir de la tierra una cadena de montañas, fronteras naturales, puertos, cimas, senderos inauditos entre lo que es amigo y picos impracticables entre lo que es enemigo. Nada es ya tan simple, o lo es de otra manera. Toda comuna crea un territorio político que se extiende y se ramifica paso a paso a medida que crece. Y solo dentro de ese movimiento puede dibujar los senderos que llevan hacia otras comunas, puede tejer las líneas y los vínculos que forman nuestro partido. Nuestra fuerza no nacerá de la designación del enemigo, sino del esfuerzo hecho por entrar los unos en la geografía de los otros.
Somos los huérfanos de un tiempo en el que el mundo se dividía falsamente entre partidarios y enemigos del bloque capitalista. Con el hundimiento de la engañifa soviética, toda tabla de interpretación geopolítica sencilla se ha perdido. Ninguna ideología permite separar desde lejos el amigo del enemigo; sea cual sea la desesperada tentativa de algunos por restaurar de nuevo una tabla de lectura tranquilizadora donde Irán, China, Venezuela o Bashar al-Assad hacen el papel de héroes de la lucha contra el imperialismo. ¿Quién podría decir desde aquí la naturaleza exacta de la insurrección libia? ¿Quién puede desenmarañar, en la ocupación de Taksim, lo que atañe al viejo kemalismo y lo que aspira a un mundo inédito? ¿Y Maidán? ¿Qué hay de Maidán? Hay que ir a ver. Hay que ir al encuentro. Y discernir, en la complejidad de los movimientos, las comunas amigas, las alianzas posibles, los conflictos necesarios. Según una lógica de la estrategia, y no de la dialéctica.
“Nosotros tenemos que ser —escribía el camarada Deleuze hace más de cuarenta años— más centralistas que los centralistas. Es evidente que una máquina revolucionaria no puede contentarse con luchas locales y puntuales: hiperdeseante e hipercentralizada, tiene que ser todo esto a la vez. El problema concierne pues a la naturaleza de la unificación que debe operar transversalmente, a través de una multiplicidad, no verticalmente y de manera que aplaste a esta multiplicidad propia del deseo.” Desde que existen vínculos entre nosotros, la dispersión, la cartografía modular de nuestro partido, no es una debilidad, sino al contrario una manera de privar a las fuerzas hostiles de todo golpe decisivo. Tal como dijo un amigo de El Cairo en el verano del 2010: “Creo que lo que salvará lo que está pasando en Egipto hasta ahora es que no hay un líder de esta revolución. Es esto tal vez lo más desconcertante para la policía, para el Estado, para el gobierno. No hay ninguna cabeza que pueda cortarse para que esto se pare. Hemos conservado esta organización popular como un virus que muta permanentemente para preservar su existencia, sin jerarquía, completamente horizontal, orgánica, difusa.” Lo que no se estructura como un Estado, como una organización, no puede sino ser finalmente disperso y fragmentario, y encuentra en su carácter de constelación el impulso para su expansión. A nuestro cargo queda el organizar el encuentro, la circulación, la comprensión y la conspiración entre las consistencias locales. La tarea revolucionaria se ha convertido en parte en una tarea de traducción. No hay un esperanto de la revuelta. No se trata de que los rebeldes aprendan a hablar anarquista, sino de que los anarquistas se conviertan en políglotas.

3. La siguiente dificultad que se nos plantea es esta: ¿cómo construir una fuerza que no sea una organización? Ahí también, después de un siglo de debate sobre el tema “espontaneidad u organización”, la pregunta ha debido ser muy mal planteada para que nunca hayamos encontrado una respuesta válida. Este falso problema reside en una ceguera, en una incapacidad para percibir las formas de organización que encubren de manera subyacente todo aquello que llamamos “espontáneo”. Toda vida, a fortiori toda vida común, segrega por sí misma maneras de ser, de hablar, de producir, de amarse, de luchar, y por tanto costumbres, hábitos, un lenguaje; formas. Ocurre que hemos aprendido a no ver formas en lo que vive. Una forma, para nosotros, es una estatua, una estructura o un esqueleto, en ningún caso un ser que se mueve, que come, que danza, canta y se amotina. Las verdaderas formas son inmanentes a la vida y no se captan sino en movimiento. Un camarada egipcio nos explicaba: “Nunca El Cairo había estado tan vivo como durante la primera plaza Tahrir. Al no funcionar nada, cada uno cuidaba de lo que tenía alrededor. La gente se encargaba de la basura, barrían ellos mismos las calles y a veces hasta las repintaban, dibujaban frescos en los muros, se preocupaban los unos de los otros. Hasta la circulación se había convertido milagrosamente en algo fluido desde que no había agentes de circulación. De lo que nos hemos dado cuenta de golpe es de que habíamos sido expropiados de los gestos más simples, aquellos que hacen que la ciudad sea nuestra y que nosotros le pertenezcamos. La gente llegaba a la plaza Tahrir y espontáneamente se preguntaba en qué podía ayudar, iba a la cocina, transportaba en camilla a los heridos, preparaba pancartas, escudos, tirachinas, discutía, inventaba canciones. Nos dimos cuenta de que de hecho la organización estatal era la desorganización máxima, porque se basaba en la negación de la facultad humana de organizarse. En la plaza Tahrir nadie daba órdenes. Evidentemente, si a alguien se le hubiera metido en la cabeza organizar todo eso inmediatamente se habría convertido en un caos”. Esto nos hace recordar la famosa carta de Courbet durante la Comuna: “París es un verdadero paraíso: nada de policía, nada de tonterías, nada de exigencias de ningún tipo, nada de disputas. París marcha por sí solo, como sobre ruedas, haría falta poder quedarse así para siempre. En una palabra, es un verdadero deleite”. Desde las colectivizaciones de Aragón en 1936 hasta las ocupaciones de plazas de los últimos años, los testimonios del mismo deleite son una constante en la Historia: la guerra de todos contra todos no es lo que llega cuando ya no está ahí el Estado, es lo que este organiza sabiamente mientras existe.
Sin embargo, reconocer las formas que engendra espontáneamente la vida no significa en ningún caso que podamos contentarnos con la simple espontaneidad para mantener y hacer crecer esas formas, para operar las metamorfosis necesarias. Al contrario, se requieren una atención y una disciplina constantes. No la atención reactiva, cibernética, instantánea, común a los activistas y a la vanguardia del management, que no mira más que por la red, la fluidez, el feed-back y la horizontalidad, que gestiona todo sin comprender nada, desde fuera. Tampoco la disciplina exterior, encubiertamente militar, de las viejas organizaciones surgidas del movimiento obrero, que se han convertido casi por todas partes en apéndices del Estado. La atención y la disciplina de las que hablamos se aplican a la potencia, a su estado y a su incremento. Están atentas a los signos de aquello que la disminuye, vislumbran aquello que la hace crecer. No confunden nunca lo que apunta a un dejarse-ser y lo que apunta a un dejarse-ir, esa verdadera plaga de las comunas. Velan por que no se mezcle todo bajo el pretexto de compartirlo todo. No son algo exclusivo de algunos solamente, sino algo que concierne a todos. Son, a la vez, la condición y el objeto del verdadero compartir, y la prueba de su agudeza. Son nuestro baluarte contra la tiranía de lo informal. Son la textura misma de nuestro partido. En cuarenta años de contrarrevolución neoliberal es este vínculo entre disciplina y alegría lo que ha sido olvidado en primer lugar. Lo volvemos a descubrir en el presente: la verdadera disciplina no tiene por objeto los signos exteriores de la organización, sino el desarrollo interior de la potencia.

4. La tradición revolucionaria está afectada por el voluntarismo como por una tara congénita. Vivir orientado hacia el mañana, marchar hacia la victoria es una de las extrañas maneras de aguantar un presente del que no se puede disimular su horror. El cinismo es la otra opción, la peor, la más banal. Una fuerza revolucionaria de este tiempo velará en cambio por el incremento paciente de su potencia. Habiendo sido esta cuestión reprimida durante mucho tiempo bajo el anticuado tema de la toma del poder, nos encontramos relativamente desprovistos cuando tratamos de abordarla. Nunca faltan los burócratas para saber exactamente lo que esperan hacer con la potencia de nuestros movimientos, es decir, cómo pretenden convertirlos en unmedio, un medio para sus fines. Pero de la potencia en cuanto tal no tenemos costumbre de ocuparnos. Sentimos confusamente que existe, percibimos sus fluctuaciones, pero la tratamos con la misma desenvoltura que reservamos a todo lo que atañe a lo “existencial”. Un cierto analfabetismo en la materia no es extraño a la textura deteriorada de los medios radicales: cada pequeña empresa grupuscular cree neciamente, comprometida como está en una patética lucha por minúsculas partes del mercado político, que saldrá reforzada por haber debilitado a sus rivales, calumniándolos. Es un error: se gana en potencia combatiendo a un enemigo, no rebajándolo. El antropófago mismo vale más que todo esto: si se come a su enemigo es porque le estima lo bastante como para querer nutrirse con su fuerza.
A falta de poder sacar partido de la tradición revolucionaria en este tema, podemos remitirnos a la mitología comparada. Sabemos que Dumézil, en su estudio de las mitologías indoeuropeas, alcanza su famosa tripartición: “Más allá de los sacerdotes, los guerreros y los productores, se articulan las ‘funciones’ jerarquizadas de soberanía mágica y jurídica, de fuerza física y principalmente guerrera, y de abundancia tranquila y fecunda”. Dejemos de lado la jerarquía entre las “funciones” y hablemos más bien de dimensiones. Nosotros diremos esto: toda potencia tiene tres dimensiones, el espíritu, la fuerza y la riqueza. Es una condición para el crecimiento de la potencia mantener las tres dimensiones juntas. En cuanto potencia histórica, un movimiento revolucionario es el despliegue de una expresión espiritual —sea bajo una forma teórica, literaria, artística o metafísica—, de una capacidad guerrera —sea orientada hacia el ataque o la autodefensa— y de una abundancia de medios materiales y de lugares. Estas tres dimensiones se han compuesto de manera diversa en el tiempo y en el espacio, dando nacimiento a formas, sueños, fuerzas e historias siempre singulares. Pero, cada vez que una de estas dimensiones ha perdido el contacto con las otras para autonomizarse, el movimiento ha degenerado. Así, ha degenerado en vanguardia armada, en secta de teóricos o en empresa alternativa. Las Brigadas Rojas, los situacionistas y las discotecas —perdón, los “centros sociales”— de los Desobedientes son las fórmulas típicas del fracaso en materia de revolución. Velar por el propio incremento de potencia exige a toda fuerza revolucionaria el progreso simultáneo en cada uno de estos planos. Quedarse trabado en el plano ofensivo significa finalmente carecer de ideas lúcidas y volver insípida la abundancia de medios. Dejar de moverse teóricamente es tener la seguridad de verse pillado por sorpresa por los movimientos del capital y perder la capacidad de pensar la vida en nuestros espacios. Renunciar a construir mundos con nuestras manos es condenarse a una existencia de espectro.
“¿Qué es la felicidad? El sentimiento de que la potencia crece; de que un obstáculo está a punto de ser superado”, escribía un amigo.
Devenir revolucionario es asignarse una felicidad difícil, pero inmediata.



Adelanto del último capítulo del nuevo libro del comité invisible, À nos amis (2014), de la traducción publicada en mayo de 2015 por Ed. Pepitas de calabaza.